En su sorprendente vitalidad, lo neutro se encuentra aquí en la confluencia de algunas aproximaciones. Porque hubo en Francia una ligera brisa producida por tres autores que interrogaron lo neutro sin que previamente se pusieran de acuerdo: en 1969, Maurice Blanchot con La conversación infinita, en 1975, Louis Marin con La critique du discours y, en 1978, Roland Barthes con su curso en el Collège de France, publicado mucho después.
En esta obra, cuya publicación estaba preparando en el momento de su muerte, Jean Allouch dio paso a lo neutro en el ejercicio analítico. Siguiendo un cuestionamiento de la «función psi», claramente descrita por Michel Foucault, se encontró en la misma línea de una pregunta de Louis Marin: ¿acaso es posible constituir una manera de decir o escribir que no sea o no parezca la de un sujeto como potencia de afirmación propia de un yo?
«No valoro la originalidad. No me propuse reinventar el análisis. De hecho, esta reinvención se trazó sin que yo lo supiera a lo largo de un recorrido…»Jean Allouch
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