Pensar lo peor –esa es la preocupación común a pensadores tan diferentes como Lucrecio, Montaigne, Pascal o Nietzsche. Lo que tienen en común los sofistas, Lucrecio, Pascal y Nietzsche es que el discurso según lo peor es reconocido de entrada como discurso necesario –y por consiguiente también el único posible. El discurso de la naturaleza en Lucrecio, del hombre sin Dios en Pascal y del hombre dionisíaco en Nietzsche, es ordenado según una problemática de lo peor considerada como indispensable punto de partida.
El objeto de la presente Lógica de lo peor es preguntarse sobre la naturaleza de esta “necesidad”. No para ponerla en duda; más bien para ponerla en escena: hacerla aparecer, clarificando las circunstancias que contribuyen, en el espíritu del filósofo trágico, a hacer de esta necesidad algo prioritario.
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