Tenemos en nuestras manos un espléndido libro que provoca el deseo de abordar sus páginas. Este libro, resuelto en una edición de gran calidad, invita en su introducción a que el lector recorra diferentes momentos de la producción escultórica de la historia, partiendo de los trabajos de la Antigua Grecia, de Roma, registrando el rescate de los valores estéticos y filosóficos clásicos que dan fin a la Edad Media y el surgimiento del Renacimiento, para ahí ahondar en el extraordinario legado de la obra de Miguel Angel. Así, se rescatan de manera resumida los intereses que motivaron la escultura durante ese amplio período. La autora considera importante partir de esta referencia con el interés de ahondar con mayor profundidad y entendimiento en los capítulos subsecuentes en la vida y obra de Auguste Rodin y en la obra del escultor mexicano ganador de la Bienal de Beijing 2008, Javier Marín.
Es del interés de la autora ubicar el momento histórico y el ambiente que rodea a los artistas, incursionando en un interesante proyecto que lleva al espectador a observar las fuentes, las motivaciones y rasgos creativos que motivan el trabajo de estos personajes sobresalientes de la escultura figurativa moderna. Su texto permite adentrarse en el estilo, características y contenido de estos trabajos, llevando a descubrir los misterios y apreciaciones que ellos envuelven. No obstante la presentación de ambas obras, el libro no se propone hacer una propuesta comparativa de los trabajos; por el contrario, llega a poner al descubierto las grandes diferencias y particularidades que los distinguen. Mientras ambos creadores mostraron una admiración profunda por el arte clásico y por la obra de Miguel Angel, cada cual abordará su trabajo bajo sus propios lineamientos e intereses y el cruce de coordenadas será una coincidencia que se suscita por la franqueza, por la libertad absoluta con la que cada cual se atreve a enfrentar su trabajo, por esa visión independiente y auténtica, así como por la fuerza, emotividad y significado que logran imprimir en la materia, aunque en realidad entre más tratemos de acercarlos más los distanciaremos, apreciando con mayor amplitud la concepción individual de cada obra.
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