Contra lo que esperaba, nadie vino ayer a raptarme del otoño. Tuve que sentarme afuera y por un rato hacerme compañía. Ningún ser inesperado supo explicarme la tarde en sus fragmentos, correctos o no, bajo un cielo a regla y la perspectiva cambiada. Tuve que permanecer así, completamente alerta, entre el color del veneno y su estación venidera. Pasó un corazón mordido. Dijo: Date por seducida. María Negroni.
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