La experiencia ha evidenciado que una gran inteligencia no es una herramienta suficiente para el éxito, y, de hecho, muchos niños superdotados han tenido dificultades para encontrar su camino en la vida o, por el contrario, han sido unos mediocres escolares, como en el caso de Einstein. En la actualidad, gracias a la Inteligencia Emocional, tenemos una explicación científica a esta paradoja, y son otros valores, que nacen del perfil emocional del individuo, son los que modelan las claves del triunfo personal y la satisfacción con uno mismo. El correcto conocimiento de los demás, el optimismo, la capacidad de expresión, son factores más importantes que una inteligencia analítica o el pensamiento lógico.
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