Mientras los escritores continúan creando ficciones y los pensadores se empañan en escribir libros para divulgar su pensamiento, nos seguimos preguntando si ha concluido esa antigua manera de transmitir conocimiento, si el mensaje escrito se pierde cuando pasa de una página a una pantalla o si la comunicación tiende a la universalidad a costa de empobrecerse. Si es así entonces seríamos testigos del advenimiento de una cultura cuya novedad consiste en prescindir de los libros como columna vertebral. Porque al final de cuentas uno se pregunta –y tal es una de las preocupaciones de este breve ensayo- si lo que llamamos humanismo, es decir el progreso de la humanidad a través del acuerdo entre los hombres, sería imaginable sin un constante, abundante tráfico de libros.
Guillermo Fadanelli.
Es probable que a las nuevas sociedades masivas, en tanto que los zoológicos virtuales, les corresponda un humanismo virtual. A la decadencia de lo fáctico y racional le sucederá entonces una subjetivización sin boca ni estómago ni ano; el sujeto simplemente se conectará a la red virtual y allí podrá vivir una vida sin corporalidad ni conciencia de masa, y en esta vida de representación el libro como producto artístico y objeto de culto ya no tendrá la menor importancia.
Leonardo da Jandra.
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