Esteban Arévalo, el hombre al que hace referencia el título, es además de un marginal por derecho propio, un pesimista más que un existencialista. Él, como el refunfuñón filósofo alemán Schopenhauer, tiene la idea de que no es posible comunicarse con los demás. Como ha hecho desde hace algún tiempo, Guillermo Fadanelli hace de su nueva novela una aventura a veces narrativa, pero mucho más ensayística y reflexiva.
"Si algo es absurdo entonces es verdadero"; "El paraíso a donde yo me dirijo está empedrado de migajas. Sobre ellas caminaré": ambas sentencias han sido escritas por Esteban Arévalo, el hombre mal vestido. Sus pensamientos parecen ir en contra de cualquier convención humana que sea capaz de cobijarlo. De algo estamos seguros: es un observador, desapegado y un marginal. Ya casi no existen personas interesantes en el mundo, extrañas, impredecibles, fuera de orden. En ésta obra, la mente de un atribulado se extiende como una zona oscura que recorrerá las certezas más sólidas del lector.
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