AA.VV
Para quienes conocieron a Ruth D. Lechuga, estar en su Cuarto Rosa mexicano era tan indispensable como visitar la Casa Azul de Frida Kahlo o ciertas salas del Museo Nacional de Antropología. Armado obsesivamente por la mayor viajera y estudiosa del México profundo que tuvo el siglo XX, contiene obras humildes y sorprendentes del carnaval de formas que este país crea con el tema de la muerte. Como dice Margarita de Orellana: “Si su colección de lo mejor de México en los departamentos que ella habitó fue una isla insospechada en la ciudad, el Cuarto Rosa era una isla dentro de la isla, corazón danzante de la creatividad mexicana”.
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