Hoy en día ya no se defiende la idea romántica y heterosexual del “amor de mi vida”. Al contrario, podemos observar la expansión de diversas prácticas sexuales que en otros tiempos estaban prohibidas o eran catalogadas como trastornos psicológicos. Como antropólogo considero que los nuevos modelos de relaciones amorosas y sexuales son dinámicas aún experimentales que buscan evadir los pliegues de la intimidad: ansiedad, sometimiento, conflicto, rutina, control y dependencia. Por ejemplo, para las generaciones jóvenes el poliamor es más racional y sano que los matrimonios monógamos, fracasados y repletos de infidelidades… y tienen razón. Los celos, sin embargo, son la clave del fracaso de las relaciones abiertas.
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