La novedad que Freud anuncia en los Tres ensayos no es tanto la existencia de una sexualidad infantil como el hecho de que esta es universal e intrínsecamente perversa, enunciando una predisposición "originaria y universal" a la perversión, y que toda la sexualidad adulta, normal o perversa, procede de ella. Los Tres ensayos abren un nuevo dominio de la sexualidad, un dominio «lindante con la biología»: una sexualidad pulsional, presente «en germen» desde el inicio en el niño, una sexualidad anterior al inconsciente, todavía no reprimida. Dos sexualidades, una psíquica, otra pulsional, deberán en lo sucesivo coexistir en la teoría freudiana.
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