El particular interés con que Freud consideraba las operaciones fallidas se debía, sin duda, al hecho de que, junto con los sueños, le permitieron extender a la vida anímica normal sus descubrimientos en relación con las neurosis. Por este motivo, solía recurrir a ellas como el material más idóneo para introducir los hallazgos del psicoanálisis a estudiosos que no eran médicos. Se trataba de un material simple y a la vez inobjetable, -olvidos, deslices en la escritura, recuerdos encubridores, errores, operaciones fallidas entre otros- y concernía a fenómenos que todo individuo normal había vivenciado y que permitían a Freud demostrar la existencia de dos modalidades distintas de funcionamiento psíquico, que él llamó "proceso primario" y "proceso secundario".
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