La escritura es individual, pero nuestra mirada sobre el mundo está hecha de los otros: aprendemos de sus obras, imitamos su estilo —y las preguntas que hacen pueden transformarnos para siempre. En los «recorridos» de este volumen, Julián Herbert se escucha a sí mismo a través de Michel de Montaigne, Emily Dickinson, sor Juana Inés de la Cruz y cientos de otros autores y personajes que, entrelazados con lecciones de la filosofía zen y la experiencia de los años en que Herbert dirigió talleres, forman un libro amuleto donde se asoma, entre las enseñanzas y las observaciones de sus textos preferidos, el pensamiento más profundo del autor. Lejos del salón y del manual, sus reflexiones tienen el tono de la charla: uniendo teoría y poesía, meditaciones con chismes literarios, referencias clásicas con cinematografía contemporánea, Herbert examina la creación (la escritura) y al creador (el escritor) para expandir, en once ensayos, las preguntas, los ideales, las tensiones y las paradojas del quehacer literario en el siglo XXI. Aquí se reúnen las confidencias de un escritor que se sabe en constante formación, las propuestas irreverentes de un lector obsesivo y los aprendizajes de un apasionado de la literatura.
¿Es la literatura una predestinación, una cierta condición de la conciencia que nos impulsa a algunos a adquirir un oficio difícil y no del todo satisfactorio, de manera obstinada, poniendo a veces en riesgo la salud o el reconocimiento social o la estabilidad emocional o los medios de subsistencia? Hay quien opina que la vocación literaria no existe y que hablar de ella es una narcisista pérdida de tiempo. Para mí es un enigma que me obsesiona desde la adolescencia, y es la causa principal de que elabore discursos como este. —Julián Herbert
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