Pérez Fernández del Castillo, Germán
México es un país socialmente fracturado. La amplia mayoría de su población carece de condiciones efectivas para mejorar su situación social y económica. En las últimas décadas, su cohesión social se ha visto lesionada en cuando menos cinco sentidos de vital importancia: es difícil pensar en una cohesión social consolidada con la desigualdad que existe. Tampoco puede imaginarse una sociedad cohesionada con enormes déficits de procuración e impartición de justicia y un aberrante porcentaje de delitos sin sentencias condenatorias. Se suma la crisis de representación política, pues muchas autoridades carecen de legitimidad electoral y casi todas son mal vistas en su comportamiento ético y políticas públicas. Pero también, se padece de notables dosis de exclusión social -discriminamos por edad, género, el color de la piel y la religión, entre muchas otras formas de exclusión-. Finalmente, el capital social, que hasta ahora ha sido el bastión más importante para conservar lo que queda de cohesión social, se ve amenazado tanto por la modernidad como por la violencia.
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