"Salvar las apariencias" es uno de los pocos libros que me enorgullece haber publicado.
T.S. Eliot
«Estamos bien provistos de escritores interesantes, pero Owen Barfield no se encuentra en la categoría de lo simplemente interesante. Ambiciona hacernos libres de la prisión que hemos construido para nosotros mismos con nuestros propios modos de conocimiento, nuestros falsos y estrechos hábitos de pensamiento y nuestro “sentido común”.»
Saul Bellow
Miremos un arcoíris, nos dice Barfield. ¿Está realmente ahí? Mientras dura, diremos que sí. Sabemos que se compone de gotas de lluvia, de luz solar y de nuestra visión, pero lo único que lo distingue de una alucinación es el hecho de que todos lo vemos. Pensemos ahora en un árbol. Podemos tocarlo, olerlo, y también sabemos que se compone de moléculas y partículas subatómicas que constituyen su sustancia real. Pero si el árbol está compuesto de partículas, éstas son al árbol lo que las gotas de lluvia al arcoíris. Así pues, el mundo que vemos nunca será objetivo: siempre dependerá de nuestra propia percepción del mundo fenoménico, que siempre es correlativa a la evolución de la consciencia humana.
Tomando fuentes tan diversas como la mitología, la historia, la filosofía, la literatura, la teología y la ciencia, Owen Barfield nos presenta un apasionante recorrido a través de la evolución de la consciencia, desde el Antiguo Testamento y Grecia hasta la ciencia moderna, para hacernos saber que el mundo que experimentamos cada día es el resultado del desarrollo de nuestra consciencia participante y de su co-creación simultánea. El tiempo acabará convirtiendo este libro en una obra maestra.
El filósofo, poeta y ensayista inglés Owen Barfield nació en Londres en 1898. Estudió lengua y literatura inglesas en la Universidad de Oxford. Fue miembro fundador del grupo de los Inklings, formado por J. R. R. Tolkien, Charles Williams y C. S. Lewis, para quien Barfield fue «el mejor y más sabio de mis maestros no oficiales». Sus libros despertaron en Estados Unidos un interés creciente que no paró de aumentar hasta su muerte en 1997.
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