Los niños que quisieron recuperar Tierra Santa
Un día de 1212, Santiago de Cloyes tuvo una revelación divina. En ella, Dios le pidió que partiera a Jerusalén para liberar el Santo Sepulcro del dominio turco. Pronto, la noticia del suceso convocó a miles de niños dispuestos a culminar lo que cuatro cruzadas no habían podido. Sin el apoyo de los poderosos de Europa, eran guiados por su fe, estaban seguros de que ésta les abriría el Mediterráneo cuando fuera necesario y les permitiría cumplir su cometido. Esta es la historia que encierra Las puertas del paraíso, del polaco Jerzy Andrzejewski (Varsovia, 1909 - 1983).
Con una técnica narrativa de altos vuelos, Jerzy Andrzejewski plantea una novela compuesta únicamente de dos párrafos. En el primero, logra la convivencia de múltiples voces por medio de la coma, el punto y coma y los dos puntos, no más; mientras que en el segundo apenas se leen cinco palabras: “Y caminaron toda la noche”. El resultado de lo anterior es el involucramiento del lector como un acompañante más de los niños, ya que es imposible abandonar la lectura a causa de la ausencia de pausas. Todo en la novela es simultáneo, todo está contado durante la confesión general que lleva a cabo un clérigo, único adulto en la cruzada. De tal modo, la trama se va construyendo de manera vertiginosa, con oraciones que se repiten literalmente en voz de distintos personajes, sin que necesariamente se conozcan entre ellos, sus discursos cobran distintos sentidos según el momento en el que aparecen, volviendo todo un gran rezo colectivo.
La edición original de Las puertas del paraíso vio la luz en 1960. Ha sido gracias a la traducción de Sergio Pitol que podemos dar cuenta de un texto escrito con gran talento. A este respecto, cabe mencionar que Andrzejewski y Pitol se conocieron durante una estancia del mexicano en Polonia, por lo que la obra entraña una visión cercana al contexto y la época en que fue escrito.
Aunque la llamada cruzada de los niños despierta muchas dudas sobre su veracidad, aquí, la tierra fértil de la literatura brindó sus posibilidades infinitas para mostrar esta historia en un relato que se une a los elaborados por Bertolt Brecht y Marcel Schwob sobre el mismo caso, distinguiéndose por la calidad y la riqueza con que fue realizado.
«Reseña escrita por Gamaliel Valentín González, El Péndulo Perisur»
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