La historia se desarrolla en Castelnau, provincia francesa cercana a las cuevas de Lascaux. A los alrededores del mítico lugar paleolítico con pinturas rupestres, el protagonista, joven de veinte años inicia su primer trabajo. Se le contrató para impartir clases a niños. En este sitio de aparente sosiego, donde la desbordada belleza natural se mezcla con el lenguaje humano, la sensualidad de las formas se eleva a cumbres líricas.
Sólo Pierre Michon (1945), reconocido como uno de los grandes escritores europeos vivos, logra crear excelsamente un macrocosmos de la vida cotidiana. Ya que desde el momento en que el protagonista conoce a una bella chica de piel morena que trabaja en una tienda, nos plantea maravillosas fantasías con los elementos naturales, con las texturas, con recursos eróticos y la presencia mística del río Beune, sublimando estampas de la vida mundana.
Sobre la prosa artesanal de Michon, llegó a opinar Jorge Semprún: "ha llegado a la cima de la precisión carnal, de la sensualidad en sus evocaciones tiernas o brutales"; y no hay mejor ejemplo que la novela recién traducida El origen del mundo, en la que el poder de la imaginación y el estilo sostienen un prolongado estado de sensualidad literaria poca veces vista en nuestros tiempos.
Francisco Goñi
Cuando el narrador de esta novela llega a Castelnau, muy cerca de Lascaux, tiene veinte años y se enfrenta a su primer trabajo. Allí el joven profesor se abandona a los sueños más violentos, arcaicos, secretos y turbulentos. En estas comarcas, donde aún se representa a la manera antigua el origen del mundo, el sexo separa dos universos: el de los hombres, depredadores, frustrados pero terriblemente astutos, y el de las mujeres, que gira en torno a dos figuras que el escritor describe magistralmente. Hélène, la posadera, emblema de la madre universal, e Ivonne, la belleza misma, que provoca en el narrador un deseo ardiente. «Con una prosa a la que la madurez ha llevado a la cima de la precisión carnal, de la sensualidad en sus evocaciones tiernas o brutales, Pierre Michon describe un universo de evidencias y de misterios cuyo recuerdo nos perseguirá» (Jorge Semprún). «La lujuria, el deseo, son un tema común en la literatura, pero rara vez han sido expresados con tanta poesía y profundidad» (San Francisco Chronicle). «El poder de la imaginación que sostiene la escritura de Michon no decae jamás» (Roger Shattuck, Harper’s Magazine).
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