Quizás aún menos de lo que pensamos. La palabra "elefante" hace que evoquemos automáticamente a un animal de trompa flexible y orejas grandes. Incluso - cuando le pedimos a alguien que no piense en uno, lo estamos evocando. Además estamos dando carta de validez a esa palabra para referirnos a ese animal en concreto. Lo mismo ocurre en el lenguaje político. Los republicanos estadounidenses, desde Reagan y hasta Trump, han conseguido activar, en una parte significativa de la población, los marcos mentales que más les convienen, entre ellos el del Estado como "padre estricto" que define reglas de conducta, que castiga y educa con firmeza cuando la situación lo requiere. Movilizan así entre sus votantes representaciones como la del individuo expoliado por el Estado [para justificar la rebaja de los impuestos) y mitos como el del carácter sacrosanto del matrimonio [para oponerse al matrimonio homosexual).
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