Se podría clasificar a Muerte parcial como una pieza de pura malicia o de malicia pura. Su íncipit -porque también el teatro puede trabajar con íncipites- parece extraído de una noticia periodística: cinco cadáveres, con los rostors ensangrentados, son iluminados por el flashazo de un fotógrafo.La obra se desencadena luego con vidas que se antojan paralelas: dos parejas, dos conflictos de personajes suspendidos en el limbo -en el círculo de cal de la imaginaaria, donde espera su turno el próximo bateador-, sometidos a una muerte parcial, deseosos de vivir ¿desde la muerte? una segunda oportunidad. Del thriller prometido a la atmósfera del absurdo; a un universo donde los cuatro protagonistas aguardan, como quien espera a Godot, la llegada o la aparición de un cincuentón de nombre vulgar: Ernesto Velarde.Muerte parcial, el thriller y la irrealidad, transita con una soltura expectante.Vicente Leñero
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