En este libro no pretendemos de todas las interpretaciones posibles en el simbolismo hermético. Un símbolo puede ser siempre considerado desde infinitos puntos de vista, y todo pensador está autorizado a descubrirle un sentido según la lógica de sis propias concepciones. Las símbolos, en efecto, están destinados a despertar las ideas que dormitan en nuestro entendimiento. Estimulan el pensamiento por vía de la sugestión y nos hacen descubrir así las verdades enterradas en los profundidades de nuestro espíritu. Por consiguiente, para que los símbolos puedan hablar, es indispensable que exista en nosotros el germen de las ideas que los símbolos tienen como misión hacer surgir. Ningún surgimiento sería posible si el espíritu estuviera vacío, inerte, o estéril.
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