Bien al contrario de creyentes, la Iniciación no impone artículo de fe y se limita a colocar al hombre frente a lo comprobables, incitándole a adivinar el enigma de las cosas. Su método se reduce a ayudar al espíritu humano en sus esfuerzos naturales y espontáneos de adivinación racional. Opina, además, que el individuo aislado se expone a un fracaso al aventurarse con temeradidad en el dominio del misterio. Esta exploración es peligrosa, el camino está erizado de obstáculos y a ambos lados abundan las abismos. Quien emprenda solo el viaje, corre el riesgo de detenerse muy pronto, pero hay que tener en cuenta que nadie quedará abandonado a sus propias fuerzas, por se la mutua ayuda el primer deber de los iniciados.
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