Personaje y escenario zurcen la trama de un libro circular. Marcovaldo, obrero raso, vive con sus muchos hijos en las afueras de una ciudad gris, que es uno de los colores con los que Sanna ambienta la obra. El otro color, ese naranja tan vívido, responde a la mirada de Marcovaldo y a la escritura de Calvino, ambas son una y responden a la poesía que radica en los detalles y que resignifican el entorno desfavorable hasta convertirlo en una fiesta de los sentidos y de la vida misma. Las marcas de la naturaleza son decisivas para quien, como Marcovaldo, confía en un progreso muy diferente al tecnológico: un progreso «subjetivo» en el que confluyen mirar y ver.
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