La marcha fúnebre puede haberse oído unas 13 mil veces por las bajas entre las tropas invasoras y quizás incluso el doble por los muertos del país derrotado: así de mortífero fue el conflicto que enfrentó a Estados Unidos con México entre 1846 y 1848. Caídos en acción o víctimas del hambre, la sed o diversas enfermedades, esos soldados formaban parte de ejércitos variopintos en los que convivían los combatientes voluntarios con los profesionales, oficiales de élite con pobres diablos que no imaginaban más futuro que alistarse para escapar a la miseria, e incluso guerrilleros que de forma espontánea enfrentaron al enemigo; por si fuera poco, también miles de civiles mexicanos fueron ultimados, ora por el fuego de los combates, ora
por la falta de comida. Peter Guardino traza en esta obra la historia social y no sólo política de una guerra que marcó para siempre la relación entre estos dos países norteamericanos. Su detallado análisis —en el que hay una constante mirada a los aspectos de género, raza y religión— permite confrontar la arraigada creencia de que México fue derrotado porque su población carecía de un firme sentimiento nacional y postular que las principales explicaciones del desenlace fueron el expansionismo estadounidense y la disparidad económica de los contendientes. Este nuevo acercamiento al traumático choque de México con su entonces muy admirado vecino del norte sin duda revitalizará la comprensión de un momento clave de nuestra historia.
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