Filosofía en mano
En el siglo XVIII existía un diccionario filosófico tan pesado que era necesario un carruaje para poder transportarlo. Este diccionario fue elaborado por Pierre Bayle y, aunque era un buen intento de sintetizar las distintas etapas del pensamiento filosófico, su nula practicidad llevo a Voltaire a crear el Dictionnaire Philosophique Portatif, que con sólo 73 entradas trataba de dar una visión resumida de todos los pensamientos de este autor.
Antes y después de este diccionario, han existido muchos intentos de plasmar en un solo libro todas las corrientes filosóficas. Recientemente el astrofísico y doctor en filosofía sánscrita Juan Arnau (Valencia, 1968) se dio a la tarea de crear un Manual de filosofía portátil, que siguiendo el ejemplo de Voltaire fuese una forma amena (y no por ello dejando de lado el rigor académico) de acercarse a la filosofía, tanto para los expertos como para lectores no tan diestros en dichos temas.
El portátil (como el propio Arnau le llama) le ha dado un par de vueltas de tuerca a la mayoría de los libros que versan sobre temas de filosofía. El primer distanciamiento es empezar de adelante hacia atrás, recordando el aforismo de Soren Kierkegaard: “Hay que tomar las aguas desde más arriba”. Por eso este libro empieza con el antropólogo Levi-Strauss que, dejando de lado la comodidad de las calles parisinas, tomó camino rumbo a Brasil para poder conocer de primera mano la mitología amazónica. Así, el portátil empieza en pleno siglo XX y termina analizando a Heráclito y su debate entre “lo Uno y lo Múltiple”.
La segunda diferencia es que Arnau ha dejado de lado el tedioso lenguaje filosófico para dar más fluidez a la lectura y poder comprender de forma más sencilla los postulados de cada una de las figuras analizadas. En su lugar, Arnau le ha dado más valor a datos bibliográficos de los filósofos, no sólo para entender el contexto en el que se desarrollaron sus ideas, también, para poder comprender cómo el mundo exterior transforma las creencias filosóficas. Así, viajamos hasta las trincheras de Cracovia en 1914, en plena Primera Guerra Mundial, para poder conocer a un joven soldado apellidado Wittgenstein, que ha dejado todas las comodidades familiares para enrolarse de forma voluntaria en una lucha que él no compartía, pero que le servirá para poder entender el sentido de la vida.
El portátil entiende perfectamente que la filosofía moderna está sustentada en los grandes pensadores alemanes, por eso estudia a Hegel, Novalis y Kant. Cada uno distanciado del pensamiento del otro, pero compartiendo la pasión de enrolarse hasta las últimas consecuencias en el análisis filosófico.
Arnau recorre la vida y el pensamiento de Nietzsche, Hume, Berkeley, Spinoza, Leibniz y Montaigne. Enseñándonos cómo estos hombres rompieron los tabús de su época para poder elevar el pensamiento sobre los meros instintos, dándole a la humanidad una buena lección.
El desfile de filósofos no para ahí, El portátil recorre los caminos de Tomas de Aquino y Agustín de Hipona para comprender la relación de Dios con el hombre.
El último trayecto de El portátil es justo donde todos los demás empiezan: la filosofía griega, que ha tenido a algunos de sus mejores exponentes en Plotino, Aristóteles, Platón, Empédocles, Parménides y Heráclito. Cada uno tomando puntos discrepantes, pero todos ellos enfocados en descubrir las respuestas correctas a las grandes preguntas que se ha hecho la humanidad.
Con el Manual de filosofía portátil, Arnau intenta darnos una pequeña muestra de la historia de la filosofía. Para ello ha tomado sólo un puñado de filósofos enseñándonos las transformaciones que han generado. En el prólogo de este libro, Arnau nos dice que a la mayoría de los libros de filosofía les sobran letras. El Manual de filosofía portátil no entraría en esa categoría.
«Reseña escrita por Alejandro Díaz, El Péndulo Zona Rosa»
Ahora que todos los restos del orden eterno han sido borrados, resulta más necesario que nunca preguntarse por el sentido de la filosofía. Y para ello este libro propone recorrer el río de la filosofía a contracorriente, en busca de sus fuentes. El viaje se inicia con el gesto de un antropólogo que, tras estudiar filosofía en París, se va a buscar la verdad entre los «salvajes». Luego, visitamos a los filósofos, contemplando escenas inolvidables: Wittgenstein toma notas en una trinchera, Nietzsche susurra a un caballo, Kierkegaard financia un panfleto anticlerical, Leibniz descubre el amor entre las princesas, Montaigne se encastilla, Plotino oculta su pasado, Sócrates bebe voluntariamente un veneno y Empédocles se arroja a un volcán. Lo que a primera vista podría parecer extraño revistió un profundo sentido para todos ellos. Llamemos a ese sentido filosofía y veamos qué ocurrió.
¿Por qué un manual? Porque aspira a ser fácil de manejar y fácil de entender y su intención es fundamentalmente práctica. Porque no es un libro oficial, académico o doctrinario, y compendia lo más sustancial de unas cuantas vidas filosóficas. ¿Por qué portátil? Porque es un homenaje a caminantes. La filosofía portátil es un esfuerzo por liberar al pensamiento de la reclusión a la que ha estado sometido por escolásticos y académicos. Un modo de conjurar esa manía erudita de hablar sólo para aquellos que comparten cátedra o facultad. El espíritu de la pesadez infecta como ningún otro al de la filosofía, y el portátil es un soltador de lastre. Prefiere ofrecer ironías, migajas y vislumbres que abran paso a una nueva inteligencia de la vida.
Juan Arnau es astrofísico y doctor en filosofía sánscrita. Investigador del CSIC y de las universidades de Michigan, Benarés y Barcelona, actualmente es profesor de la Universidad Europea de Valencia. Ha traducido Fundamentos de la vía media y Abandono de la discusión de Nagarjuna (Siruela), y publicado los ensayos La palabra frente al vacío, Arte de probar y Cosmologías de India (FCE), Antropología del budismo (Kairós), Rendir el sentido, Elogio del asombro, Vasubandhu y la novela El cristal Spinoza (Pre-Textos), así como una nueva versión de la Leyenda de Buda (Alianza).
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