El cadáver de una joven aparece en un lugar público, justo cuando hay una ceremonia con el jefe de gobierno de la ciudad como actor principal. En la blusa de ella, escrita con pintalabios, se lee la palabra "Puta".
Es obvio que ese caso debe resolverse de inmediato, pues arroja oprobio sobre la autoridad. El modo de lograrlo es fabricar a un culpable, un enfermero que, por practicar la eutanasia a su madre, de por sí ya estaba en prisión. El verdadero asesino no les importa a los funcionarios, aunque el lector lo sabrá todo sobre él.
Narrada a tres voces, todas impactantes y convincentes, sorpresivos giros argumentales y gran tensión llevan al lector tanto a la angustia de ver cómo los destinos de los personajes van encaminándose al abismo como al conocimiento sistemático de numerosos casos que dan cuenta de la manera de operar del sistema judicial mexicano. Y opera de manera escalofriante: jueces, abogados, ministerio público, corporaciones policiacas, centros de reclusión... todo funciona de manera absurda, aberrante, burocrática, inhumana.
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