En todos los países que forman lo que llamamos Latinoamérica, la poesía en el siglo XIX fue neoclásica y luego romántica para desembocar en el Modernismo. Aunque no hubo un manifiesto, todos los relojes literarios de los países latinoamericanos se sincronizaron con esa nueva forma que preconizaba Rubén Darío (1867-1916), teórico y oficiante dotado de un enorme talento literario que le permitió ejercer un liderazgo en todo el ámbito de la lengua escrita en español. El Modernismo, en primer término, fue la adopción y apropiación del simbolismo surgido en Francia, y que se aclimató de manera asombrosa en nuestros países, donde adquirió características distintivas por sus audacias temáticas y lingüísticas. Otra hubiera sido la historia de nuestra poesía de no haber existido Rubén Darío. Aunque el Modernismo tuvo poetas destacados en algunos países más que en otros, debemos mencionar que Venezuela no contribuyó a la pléyade de los grandes autores que escribieron inscritos en esta corriente. Las circunstancias históricas explican la carencia de poetas reconocidos en la patria de Simón Bolívar: todo pareció comenzar tarde allí, lo mismo el Romanticismo que el Modernismo. Agreguemos a ello las fuertes inercias conservadoras tanto políticas como sociales que inhibían cualquier asomo de renovación o vanguardia.
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