Como en este libro no se va a hablar de la corrupción internacional, el tráfico de armas, la falta de honestidad y transparencia de los políticos y sus negociados y tampoco se hara un panegírico contra el tráfico de frogas, de blancas o de bebés... sólo voy a decirles lo que me tiene podrido de la escuela y en consecuencia las cosas que me tiene podrido de mí y de los detalles que día a día nos agobian. Mis pequeñas miserias, que junto a las de los demás, construyen malestar. La sensación de vacio, de desprecio y de fracaso que debemos superar los docentes, de la misma manera que debemos superarlas los padres. Los diminutos conflictos cotidianos que hacen de lo que podría ser un paraíso, un infierno en pantunflas.
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