¿Cuáles podrían ser las razones por las que una mujer del siglo XIII se planteara poner por escrito sus experiencias? La imagen que Marguerite d;Oingt ofrece como respuesta es la del corazón saturado. El origen de la escritura radicaría así en la insoportable carga que abarrota el corazón y que debe ser imperiosamente trasvasada al pergamino. De no haberlo hecho, dice Marguerite, «habría muerto o se habría vuelto loca». Sin embargo, tanto el proceso de colmar el corazón como el de vaciarlo requieren de un trabajo interior experiencial y reflexivo. Dicha actividad, conocida comúnmente como meditación, se canalizaba hacia un conocimiento de la propia interioridad y de la realidad exterior. Meditar significaba conformar imágenes en la mente, ordenarlas y articularlas con el cuerpo, los sentidos, los afectos y las palabras. Transcribir la propia experiencia en el espacio de la página, según el singular testimonio que nos brinda esta religiosa, era un paso necesario en el ejercicio progresivo del autoconocimiento. Las obras de Marguerite d;Oingt permiten así adentrarse en la experiencia personal de una mujer del siglo XIII y descubrir las prácticas que conformaban la vida cultural de su tiempo.
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