Basta ir a Roma y ver la estatua de Berinini para sentirse intrigado y plantearse diversos interrogantes. ¿Qué quiso decir Bernini al presentar así a santa Teresa? «Está claro que el testimonio esencial de los místicos es justamente decir lo que sienten, pero que no saben nada.»
«Estas jaculaciones místicas no son ni palabrería ni verborrea; son, a fin de cuentas, lo mejor que hay para leer -nota a pie de página: añadir los Escritos de Jacques Lacan porque son del mismo registro.»
A fines de siglo pasado, en la época de Freud, había mucha gente honestapor lo demás, en torno a Charcot y a otros, que investigaba afanosamente los problemas del misticismo. «Pero todo bien mirado, la cosa no es así. Ese goce que se siente y del que nada se sabe ¿no es acaso lo que nos encamina hacia la existencia? Y por qué no interpretar una faz del Otro, la faz de Dios, como lo que tiene de soporte al goce femenino?»
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