Dicen las malas lenguas que los chinos inventaron el dominó para divertirse mientras fumaban una pipa de opio. Pero fueron los monjes cristianos, gremio por demás ocioso, quienes le dieron su mayor impulso.
El nombre del juego es una contracción de "¡Benedictus Dominus!", es decir "Bendito sea el Señor", exclamación del monje triunfador.
Rius explica las reglas con detenimiento y humor. Además de ser un manual para el principiante y también para el usuario con cierta experiencia, este completísimo libro es una valiosa aportación del maestro monero a la cultura del ocio y de la sana diversión.
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