De literatura israelí
Cuando hablamos de Israel, inmediatamente pensamos en guerra. Pocas veces reparamos en el complejo transitar diario de todo un pueblo, y mucho menos en el mundo de las letras o de las artes; olvidamos por completo la gran tradición literaria de dicha zona. Pero justo en este lugar encontramos a uno de los mejores cuentistas modernos: Etgar Keret, quien, con una extraña mezcla de buen humor y paisajes sombríos, da una vuelta de tuerca a los prejuicios sobre la cultura israelí.
“De repente un toquido en la puerta”, último libro de Keret, nos narra distintas historias. Por un lado están las narraciones con claro sentido anecdótico, por ejemplo, el relato que da título a la obra, en el que, a punta de pistola, un escritor es obligado a narrar un cuento; o como el que versa sobre la presión que los medios de comunicación ejercen sobre todos los escritores, obligándolos a hacer lo que ellos quieren.
Por otro lado están los cuentos con carácter fantástico: peces dorados cumplidores de fantasías, países donde nuestras mentiras cobran vida, una hemorroide que se convierte en un ser humano, un hombre que puede adivinar lo que va a decir otro con tres segundos de anticipación y descubrir que todos tenemos un pequeño cierre debajo de la lengua, y que si lo abrimos dejaremos salir a alguien igual que nosotros, pero con un carácter distinto.
Finalmente, están los cuentos con una carga más sentimental, donde los personajes pasan por periodos de soledad, como el del hombre que se sienta todos los días en un café y simula ser otra persona, sólo para entablar conversación con alguien más, y así menguar la ausencia. Misma ausencia que atormenta a una mujer decidida a hacerle una fiesta a su esposo, a la cual sólo llegan tres personas que ni siquiera conocen bien al festejado.
Keret es sin duda un escritor de mezclas; por un lado está el humor, a veces negro, y en otras ocasiones muy intelectual, que le ha dado su sello propio. También está la mirada fría sobre el conflicto árabe-judío, los personajes abatidos por las vicisitudes de la vida y las peripecias diarias y cotidianas. Pero sobre todo destaca su imaginación fresca y original que tanto le hacían falta a las letras del siglo XXI.
«Reseña escrita por Alejandro Díaz, El Péndulo Condesa»
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