Han pasado más de 250 años desde la publicación de este libro clásico tanto para la política como para el derecho procesal. Desde una perspectiva ilustrada, el autor cuestiona los prejuicios que corrompen el derecho y su aplicación. Con un estilo ágil y claro, Beccaria demuestra la insensatez de aplicar la tortura para obtener una confesión, la necesidad de que sea el Estado el que demuestre la culpabilidad del acusado y, sobre todo, la incoherencia de la aplicación de la pena de muerte como castigo ejemplar. Señala, además, la importancia de las desigualdades económicas como causas de buena parte de los delitos y la posibilidad cierta de corrupción en la aplicación de la ley. La finalidad de estas reflexiones consiste en convertir al Derecho en un arma para salvaguardar la dignidad humana.
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