En tiempos recientes, el cuerpo ha sido objeto de estudio de la historiografía, la genealogía, las teorías feministas, la teoría queer y, desde su invención, del psicoanálisis. Las ciencias sociales, en cambio, han asumido la cuestión del cuerpo como si se tratara de un supuesto o de un dato dado, y del cual simplemente hay que partir. Pero en el nivel fundamental, las ciencias sociales también conducen a analizar el fenómeno del cuerpo desde una perspectiva peculiar, pues permiten asumir de manera crítica las distintas teorías sobre el cuerpo y, con ello, proponer la existencia de una constelación de poder como estructura y proceso de mediación en el devenir del cuerpo desde su posición como entidad meramente biológica, hasta su lugar en la forma social.
Por forma social ha de entenderse el vínculo entre humanos mediados por los lenguajes históricamente determinados. Así, los cuerpos se convierten en portadores de relaciones sociales procesuales y condensadas en diversas prácticas e instituciones. Esto resultará especialmente importante para analizar procesos de violencia social transversal, forma peculiarmente dramática de somatización de patologías sociales.
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