-Le agradezco todo lo que ha hecho por nosotros -dijo Eugênio Delamere con una especie de sonrisa triste-. Imagine mi sufrimiento, mi terrible sorpresa al volver de viaje y descubrir que mi mujer se había suicidado y estaba abandonada en un inmundo cajón de la morgue. Estoy pasando por un momento de profunda tristeza…
Eugênio se pasó los dedos por los ojos secos.
-Su esposa no se suicidó. La asesinaron.
-¿ Qué?-Eugênio Delamare se levantó de la banca, sorprendido.
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