Entrado el siglo I a.C., la sociedad romana dejó de ver en los ancianos un ejemplo de vida y su sistema republicano dejó de confiar en la edad avanzada, en los senadores. Ya entonces se achacaron a la vejez males y carencias y se ignoraron sus ventajas y potencias. Injustas acusaciones y cegueras que Cicerón supo refutar y contrarrestar en este texto que también ayuda a saber envejecer e invita a poder decir: La vejez (tal es el nombre que los otros le dan) puede ser el tiempo de nuestra dicha.?
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