Lagarto o espíritu del fuego
Lizard, el lagarto. Juan Eduardo Cirlot lo ha definido en su Diccionario de símbolos como «espíritu del fuego», también como «fuerza pura y sola, la energía». Los alquimistas medievales, harto llenos de imaginación, le atribuyeron a su capacidad de mudar de piel el nacimiento y renacimiento del espíritu. Los Gnósticos interpretaron su figura circular como emblema del conocimiento. Así, King Crimson retomó en este álbum parte de estas ideas para convertirlas en una de sus obras más enigmáticas, pues observamos desde la carátula cómo cada elemento está relacionado, desde las letras iluminadas, al puro estilo medieval, hasta líricas de carácter hermético y la música vanguardista.
Primero suena la pieza «Cirkus». Comienza con un harpsichord arpegiado, tocado por Keith Tippet; después, delicadamente entra la voz de Gordon Haskell, quien canta la primera estrofa del poema escrito por Peter Sinfield. Luego sigue la canción «Indoor Games» donde escuchamos los saxofones de Mel Collins armonizar el tema principal.
«Happy Family» es una alusión a la vida y muerte de una banda, en este caso sus contemporáneos The Beatles, quienes aparecen dibujados en la contra portada. El texto tiene un aire de ironía endulzado con la estructura siempre cambiante de las melodías improvisadas. La composición «Lady of the Dancing Water» es la más tranquila de todas, su tonada calmada y apasionada únicamente la he visto igualada en los Lieder de Schumann. La flauta evoca épocas lejanas, ahí donde el amor cortés surgía.
La última canción, homónima del álbum, ocupa la segunda mitad del vinil. El mellotron, instrumento predilecto de Robert Fripp, no se hace esperar, suena con un efecto de cuarteto de cuerdas, lleva la pieza poco a poco a desembocar en los oboes. El piano, con sus acordes acústicos, forma la base harmónica donde se sostienen los cambios de tonalidad.
Una obra como ésta quizá no sea un suceso memorable, pero bien podrá alimentar el alma de un adolescente o traer a la mente de un hombre los recuerdos de antaño.
Reseña escrita por Irvin Payán, El Péndulo Perisur
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