Premio Ojo Crítico 2005.
La persecución del verano perpetuo; la ingenua pretensión de llegar a olvidar que los viajes, como la felicidad, son efímeros, provisionales; el traslado incesante de un punto a otro del planeta con el afán de descubrir un lugar al que poder llamar hogar; Italia, París y Londres; el amor que no se valora hasta que está a punto de desaparecer para siempre por una carretera solitaria y mal iluminada... Los personajes de Viajes inocentes desean continuamente estar en otra parte, hacer lo que no hacen y poseer lo que no poseen. Son nómadas impenitentes, eternos insatisfechos, que esperan que no finalice nunca la temporada de baile o un fin de semana que lo puede cambiar todo porque los espacios cerrados, de repente, se van a abrir inmensamente.
Pilar Adón logra, con una voz plena de sugerencia, mostrarnos los deseos más ocultos del alma de los seres errantes que viven en sus relatos. Nos ofrece un brillante paseo por la inocencia y la pasión, un vistazo al paisaje con el que todos hemos soñado alguna vez.
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