"Un médico portugués llega a un pequeño pueblo africano buscando a la mujer que lo abandonó por razones misteriosas. Antes de instalarse en su enfermería, verdadera residencia de malos espíritus, comprende que la respuesta la tiene una pareja de ancianos taimados y recelosos, que necesitan de su ayuda: ella hechicera, él un viejo lobo de mar ahora agonizante. Ambos viven no lejos del cementerio, al final de la calle que pocos se atreven a transitar. Entre bromas y engaños siniestros, el lector asistirá a un interrogatorio inusual entre médico y paciente, en el cual se insinúan secretos poderosos, historias de amor y pasión, enemistades que duran más allá de la vida. Averiguar la verdad, para el joven médico, equivale a descifrar un síntoma, y a encarar los desafíos llenos de humor, picardía y astucia que constituyen las divertidas conversaciones con su rival. En Venenos de Dios, remedios del Diablo, el narrador Mia Couto construye una novela excepcional, donde el lector advierte desde el principio que todos mienten en esta villa nebulosa, una pariente selvática de Comala, donde en cada frase acecha una traición.
Mia Couto nació en Beira, Mozambique, en 1955. Ha sido director de la Agencia de Información de supaís,de larevistaTempoy del diarioNoticias de Maputo. Suproducciónliteraria, yamuy extensa, goza de enorme prestigio en su país, en Portugal y en otras naciones de lengua portuguesa, y está traducida a varios idiomas. Además de Cada hombre es una raza, ha publicado en Alfaguara Tierra sonámbula (1992; Alfaguara, 1998) y El último vuelo del flamenco (2000; Alfaguara, 2002)."
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