¿Qué quiso decir El Bosco en El jardín de las delicias, o Velázquez en Las hilanderas, o Felipe II y Juan de Herrera en el monasterio, palacio y mausoleo de El Escorial, o Felipe IV en el Salón de Reinos alrededor del cual giraba la maquinaria arquitectónica del Palacio del Buen Retiro? He ahí algunas de las cuestiones ;históricas, estéticas y simbólicas; que se formulan y contestan en La variedad del mundo.
En este libro se exploran también las relaciones del amor y la muerte en los campos del arte y de la literatura ;particularmente en Goya;, se indaga el sentido de los «grutescos», que tanta trascendencia tuvieron en el arte del Renacimiento, y se da cuenta de los variados simbolismos que ha revestido el agua en diferentes culturas, sobre todo en la grecorromana y en la judeo-cristiana, que están en la base de nuestra cultura occidental.
Ignacio Gómez de Liaño muestra también, en estas páginas, los aspectos de la vida de Cervantes que mejor explican la génesis del Quijote, y se sumerge en la corriente narrativa de El Criticón, novela filosófica por antonomasia, en la que Gracián representó el drama de las edades del hombre, o sea, de la condición humana. Acerca de ese tema versa también «El hombre en la encrucijada», texto leído en Beirut en noviembre de 2008, que señala nuevas direcciones en los espacios abiertos en La variedad del mundo.
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