En 1871, con tan solo dieciséis años, Arthur Rimbaud llegó a París y se presentó en el círculo de los poetas simbolistas. Como paradigma del enfant terrible hizo añicos todo lo establecido en apenas cinco años. Con un puñado de poemas y un solo libro publicado en vida, Rimbaud aniquiló las bases de la poesía heredera de Baudelaire y sembró el caos y la subversión en la lírica europea.
Con Una temporada en el infierno presentado como el cuaderno de un condenado, evoca su brutal y melodramática convivencia con Paul Verlaine, patriarca de los parnasianos.
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