Me congratulo en presentar nuevamente este libro escrito en 1995. Muchas de las aseveraciones que él contiene tendrían que ser matizadas o corregidas, tanto por la evolución en mi pensamiento como por los cambios constitucionales que han recibido algunas de las normas constitucionales que han recibido algunas de las normas Constitución de 1917 que en el tiempo que escribí el libro estaban vigentes. Sin embargo, la hipótesis fundamental permanece: México necesita una nueva Constitución.
Los lectores, el autor y los actores políticos deben dialogar continuamente sobre los temas de la nueva Constitución. Estoy convencido que la nueva Constitución será una realidad en un futuro cercano y que a diferencia de otras de nuestra historia, ésta tendrá que ser alcanzada mediante un gran consenso nacional y con gran participación ciudadana.
La generación de la transición democrática no ha logrado comprender a cabalidad la importancia que tendría un nuevo texto constitucional para transformar el status quo imperante, que ni es democrático, ni igualitario, ni libertario. Se desconfía de la Constitución porque se piensa que es sólo un pedazo de papel, y se olvida que en un Estado constitucional y democrático de derecho, ésta tendría que ser necesariamente normativa, es decir, sus principios, reglas y valores tendrían que coincidir, aunque sea aproximadamente, con la realidad.
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