En esta colección de poemas, Isabel Zapata avanza por el camino de lo que llamaré ética de la consideración: la capacidad de tomar en cuenta la experiencia del otro y actuar conforme a ella. Mientras que algunos apenas tanteamos ese terreno —David Foster Wallace escribió una crónica para considerar a las langostas y yo escribí hace tiempo una consideración de los manatíes—, Isabel Zapata se ha sumergido en esa ética con todo un libro de consideraciones animales. Al comienzo nos recomienda, sobre los huevos del tiburón: “Considera su violenta geometría”, y en ese verso resuena el tigre que William Blake también consideró hace tiempo. En Una ballena es un país Zapata considera cetáceos, felinos, rinocerontes, mascotas y bestias extintas. Veo en este libro de Zapata la semilla de un nuevo humanismo heterodoxo, un humanismo que, en el reconocimiento de nuestra condición animal, nos hermana con las bestias y vegetales que nuestra voracidad está arrasando. En cada uno de estos poemas me reconozco, pues le dan voz al deseo, más humano que ninguno, de no quedarnos solos en el mundo, aislados, furiosos y reprimidos.
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