Con Nicholas Ray aprendimos que Cristo no necesariamente era un afeminado que repartía bendiciones y textos sobados, también que la juventud no era un reducto de inocencia estúpida sino una etapa de reajuste y rebelión, que el cine no era solamente un espectáculo inocuo y dispuesto a recibir estúpidamente las imágenes para escapar, también podía ser un viaje hacia nosotros mismos a través de sus personajes y situaciones, pero a quienes no lo conocimos en persona se nos escaparon muchas, muchísimas lecciones de arte y de vida, como sirve de prueba el volumen de Susan Ray Nicholas Ray, un cineasta interrumpido (y sus lecciones de actuación para cine), de la editorial del CUEC en la UNAM.
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