Todo y nada, completos opuestos pero siempre de la mano. Toda la vida me llamó la atención la combinación de estos conceptos. Todo y nada. No se puede decir: todo o nada, porque siempre está presente uno con lo otro. ¿Será que en realidad son extremos de una misma cosa? Si quiero todo, es que no tengo nada; si no quiero nada, es que tengo todo. Qué fascinante es algo que al estar invisible, también está presente. Por eso mismo quise hablar de una terna dualidad, porque la vida es así, nunca es una cosa o la otra, es siempre todas las cosas. Se dice que cada demonio tiene un ángel en el fondo y que cada ángel tiene un demonio escondido. A lo mejor no tan drástico, pero es verdad; hasta el más malo tiene un cachito de bondad en algún rincón de su alma y el más bueno una chispa de malicia. Lo que escribí aquí no es una historia, un cuento o una novela. Es un verso. Quizá para un poeta no es más que un conjunto de palabras desordenadas que a veces rima y a veces no, pero para mí este escrito es un resumen poético de la vida. Lo considero un poema, o quizá un ensayo, o tal vez las dos cosas. Todos somos todo y nada.
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