La Francmasonería atraviesa actualmente ante la opinión, los efectos de una tempestad; bien que pueda decirse que este fenómeno natural proviene de un ambiente popular que la misma Francmasonería ha creado a su alrededor. Precisa confesar, en efecto, que ella ha (Tejado acumular en su cielo, muy imprudentemente, espesas masas de vapores que en forma de lluvia torrencial caen hoy sobre el Templo. Apresurémonos a decir, sin embargo, que se trata tan sólo de algo exterior, que sufre, de este modo y en este momento, los efectos de un ambiente agitado e intrigante, excesivo y absurdo. Expuesto a todos los vientos y con las puertas abiertas de par en par a las ideas más diversas y ridículas, el edilicio masónico se ve asaltado e incluso invadido, pero su elevado ideal continúa al abrigo de toda profanación. La pura doctrina de la Orden Masónica brilla al igual que una estrella, en el frontispicio del Templo de Naturaleza y se mantiene inquebrantable y a tal altura, que los ataques de la ignorancia, de la astucia o de la mala fe no pueden alcanzarla.
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