Los bostezos son traicioneros. Aparecen cuando menos te lo esperas. Estás tan tranquilo, construyendo la torre de bloques más alta de la historia del universo, o disfrazando al gato y, de repente... estiras los brazos, los ojos se te cierran, la boca se te abre de par en par, la lengua se enrosca y mmm... ummm... ¡uoaaahm!, sale un bostezo. Y de golpe y porrazo, ¡te mandan a tu cuarto a ponerte el pijama!
«¿Cómo he llegado hasta aquí?»
¿Lo ves? Te lo dije. Los bostezos son traicioneros.
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