En el presente librito se ofrecen las palabras del antiguo profesor Fénix
dirigidas, conforme a la traducción de Rubén Bonifaz Nuño, a su alumno
Aquiles o Aquileo, con la misión de suplicarle que aplacara su nociva cólera,
y volviera al combate en una guerra ya perdida sin su asistencia. Si su
lectura fuera suficiente, es probable que se cobrara el deseo de (re)leer
con nuevos ojos e intenciones aun entera aquella gran epopeya. ¿Cuántos
visibles secretos se esconderán todavía en esos por demás viejos textos
que han enamorado a tantos, entre los cuales Heinrich Schliemann, a
quien llevaron a descubrir la máscara llamada, dicen, anacrónicamente,
de Agamenón; o a Nicolás Maquiavelo, cuyo Príncipe recibió –se ha probado--
la influencia de la Ilíada.
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