"Mi canto es el mayor de Suecia"
Escuché por primera vez el nombre de August Strinberg en un documental sobre la vida de Edvar Munch; ahí se hablaba de los movimientos vanguardistas en Noruega, en los cuales se incluía el nombre del mencionado escritor, pero bajo la profesión de dramaturgo y novelista. Hasta hoy, gracias a la editorial Nórdica, tengo conocimiento de sus trabajos como pintor, y aunque mi conocimiento de la lengua sueca es casi absoluto, también de su poesía y prosa en idioma original.
Así pues, una faceta desconocida del hombre de letras se revela, no sólo como aficionado a otras disciplinas, sino como renovador e incluso resulta profético, pues su obra pictórica parece contener los rasgos principales del llamado expresionismo abstracto, desarrollado casi setenta años después. También en el ámbito poético lo encontramos digno de reconocimiento; unos versos aparecen sumergidos en la degustación de la naturaleza; otros en el alma humana desgarrada por el amor o el sufrimiento perpetuo. En la prosa, la cual utilizó como instrumento autobiográfico, muestra una personalidad agresiva, pero igualmente sensible y taciturna: «yo no tengo la inteligencia más aguda, pero sí el fuego: mi fuego es el mayor de Suecia».
Imagen convertida en palabra; palabra hecha imagen. Ésta es, en resumidas cuentas, la modesta proposición del libro, pues mientras un poema describe los bosques de Noruega junto a la atmosfera sentimental del otoño, una imagen en la página adyacente, postula el mismo trabajo pero en un nivel de percepción diferente: el visual. Hay mentes capaces de concebir una idea de manera sucesiva; otras de manera extática. No cabe duda que Strinberg poseía ambas.
Reseña escrita por Irvin Payán, El Péndulo Perisur
Hace cien años moría en Estocolmo uno de los artistas más importantes de la literatura nórdica. A su entierro acudieron sesenta de los trescientos mil habitantes que tenía la ciudad en aquella época. August Strindberg es conocido fundamentalmente por sus obras dramáticas y por algunas de sus narraciones. También fue un poderoso poeta, como lo demuestran algunos de los poemas que incluimos en ese libro, que reúne fragmentos de muchas de sus obras, ya sea en forma dramática, narrativa o poética.
Pero no solo destacó Strindberg en la escritura. Su pintura, muy poco conocida en nuestro país, fue revolucionaria en su época, como también lo fueron sus fotografías. Simon Zabell señala en el prólogo que Strindberg se adelantó cincuenta años al surrealismo y también se anticipó al expresionismo abstracto. Fue el inspirador de los heroicos pintores de la Escuela de Nueva York. Su potencia expresiva y su método de trabajo laten en pinturas de Pollock y Rothko, también presentes en esta edición.
Así pues, este libro es una pequeña antología de STRINDBERG (con mayúsculas) ilustrada por el propio autor; una invitación a descubrir el enorme talento artístico de este genio nórdico y universal.
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