Para Gilbert Simondon, la filosofía posee una doble existencia que surge de una doble exigencia: ser reflexión absolutamente libre y a la vez estar firmemente asentada en las condiciones del mundo en que ella surge y que ayuda a construir. La filosofía tiene un vuelo y un suelo. De allí la doble vertiente de este libro: entre la creación de conceptos filosóficos nuevos y un recorrido de amplio alcance por la historia de los conceptos.
En estos textos que van de 1950 a 1980, el proyecto es dar a luz a una epistemología generalizada de ambición enciclopédica, que sea respecto al mundo contemporáneo lo que fueron en la Antigüedad las teorías del saber y de la percepción (de los jónicos a los atomistas, pasando por eleatas, pitagóricos y estoicos, por Platón y Aristóteles), o en el mundo clásico las teorías de la acción, cuyo paradigma es el mecanicismo de Descartes y sus secuelas.
Llegados al mundo moderno, lo que la antigüedad llamaba forma deviene información, el individuo deviene individuación, y la naciente cibernética ofrece claves insoslayables para la elaboración de una reflexión operatoria nueva en un universo técnico completamente transformado. Las nociones energéticas reemplazan a las determinaciones estructurales ancladas en un binarismo objeto/sujeto, saber/acción. La relación entre cibernética y filosofía debe ser pensada a fondo, y es a la vez el suelo que da a pensar.
Con tal fin, un pensamiento que asuma el universo técnico actual deberá ser transductivo, y no podrá convertirse en una nueva escolástica. Envolverá necesariamente una ética correlativa, cuya luz tenue (pues Simondon nunca revela sin interponer un velo) puede llegar tanto de Epicuro, como de Lucrecio o de Spinoza, una ética basada en la serena aceptación de los límites energéticos, epistemológicos, afecto-motivacionales y operatorios de la vida.
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