Las dos últimas décadas de la vida de Freud han estado marcadas por las desgracias personales como el cáncer de mandíbula que terminó por llevárselo. En esta etapa reasegura incansablemente los descubrimientos del psicoanálisis en el trabajo, introduce la noción de pulsión de muerte, revisa sus concepciones sobre la sexualidad femenina y sobre el proceso analítico. Esta es la época en la que avanza más en el camino que lleva del análisis del individuo a la comprensión de la sociedad y de la religión.
Este volumen muestra a Freud en el trabajo y deja que se exprese, él mismo, sobre lo que piensa de sus hipótesis, de sus descubrimientos y de su porvenir. Se muestra como el crítico más lúcido, y frecuentemente el más virulento de su obra. Porque Freud ha sabido abrir innumerables caminos nuevos es por lo que sus sucesores han podido seguir su propio curso de exploración del psiquismo. Asimismo, Freud tampoco quiso constituirse en un dogma, quien, en la evolución de sus ideas, ha resultado tan fecundo y diversificado, aunque a veces tan desnaturalizado.
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