El sentimiento de culpa tiene una importante función en nuestro psiquismo: nos lleva a ocuparnos del bienestar ajeno o a ajustar nuestros deseos y los de los demás en un saludable equilibrio. Asimismo, permite restaurar las relaciones, recomponer los vínculos y facilitar la convivencia. Sin embargo, este sentimiento tiene otra cara: aquella en que la culpa nos atrapa y nos carga de exigencias y reproches por asuntos que no están en nuestras manos. Se convierte, entonces, en un lastre y una auténtica tortura.
En esta obra, Carmen Durán reflexiona sobre los orígenes y las múltiples facetas del sentimiento de culpa. Destaca la importancia de la liberación que supone asumir nuestra verdadera naturaleza para no estar en guerra con uno mismo; en esa pugna que nos impide alcanzar la serenidad y la paz interior.
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